Se podría decir que nuestra historia de amor empezó cuando nos conocimos, aunque en ese momento ni de lejos nos enamoramos.
En mi primer día en la universidad conocí a su hermana, que resultó ser mi nueva compañera de clase y una de mis mejores amigas a partir de entonces. Durante los dos primeros años de carrera forjamos una gran amistad que, como solía ser costumbre al vivir en pueblos diferentes, nos llevó a cada una a casa de la otra para conocer la fiesta del pueblo contrario. Y qué coincidencia que por fin conocí a su hermano, que me pareció desde el principio muy guapo (creo que ambos nos habíamos echado el ojo) pero, he de reconocer, me caía FATAL. No le conocía pero estaba claro que no me caía bien, no sé porqué, me parecía todo un chulito de gimnasio....
Mi sorpresa llegó pocos meses más tarde, cuando empecé a compartir piso con su hermana en nuestro tercer año de universidad, y para celebrar el inicio del curso y que por fin habíamos conseguidos vivir juntas, como no, nos fuimos de fiesta y allí apareció él de nuevo. Esta vez, sin saber porqué empezamos a hablar y tuve que cambiar por completo de opinión. Resultó ser un chico cariñoso, amable, educado, gracioso, vamos todo lo contrario a lo que me había parecido en un primer momento (las apariencias engañan) y además me seguía pareciendo muy guapo.
Pero oye, era el hermano de mi mejor amiga y yo tenía que mantener las distancias. Menos mal que a él eso pareció importarle poco y empezamos a vernos en secreto, o eso pensábamos porque en realidad su hermana no era tonta y había notado la química claramente.
Desde el mal trago de tener que contárselo todo a su hermana, que se lo tomó de maravilla, hasta ahora, hemos compartido seis años y muchas aventuras. Y sí, con solo 25 y 26 años y gracias a la magia de París, resulta que por fin NOS CASAMOS y creo que no podíamos haber tomado mejor decisión .