Nuestra pedida fue íntima, en casa.
Cuando David llegó de trabajar se puso a buscar algo en el cajón donde guarda sus pijamas y después se fue a "mi lado" de la cama, se arrodilló, sacó un anillo y me dijo:
"Aquí, delante de nuestros hijos (perrunos): ¿te quieres casar conmigo?"
Y, lógicamente, le dije que sí