Ya llevábamos tiempo comentando la idea de casarnos, pero nunca aparecía el momento "estable" para dar el paso... Trabajos fuera de la ciudad, oposiciones.... así que nunca me esperaba que fuese a pedírmelo...
La pedida de verdad fue de lo más cómica: yo llegaba a casa muerta del cansancio de un entrenamiento para una carrera de montaña que tenía próxima y él estaba preparando la cena. Me senté en la cocina a reponer un poquito de oxígeno y se arrodilló y me lo pidió... Pensé que era broma, pero sacó el anillo de pedida que no me esperaba ni de lejos Y eso es lo que él quería, pedirmelo en un momento en que me pillara totalmente por sorpresa.
Así que no fue un momento super romántico, con flores ni grandes lujos... pero para mí fue uno de los mejores momentos de mi vida y totalmente inesperado, que sin duda, no olvidaré.