Bueno, lo nuestro fue algo un poco acordado porque lo llevabamos hablando un tiempo.
Pero aun así yo quería que me lo pidiera él y él que se lo pidiera yo.
Se lo pedí en su cumpleaños, a las 12: 00 de la noche escrito en una pizarrita de corazón y con una carta manuscrita.
Por otro lado, como él sabía que yo quería un anillo, esperó a mi cumpleaños (1 mes depués al suyo) y por la mañana me asaltaron nuestras perritas en la cama, una con un cogrecito atado al cuello y la otra con una carta en la boca.
Será uno de los mejores despertares que he tenido nunca después de casi 7 años juntos.
No lo cambio por nada.