La misma semana de la boda llegó a la prueba, la supuesta última prueba, y la modista me indica que me recomienda bajar una talla al vestido porque he perdido algunos kilos desde la prueba anterior.
Su frase literal fue “se que no te va a gustar, pero vente el jueves (siendo mi boda el sábado) y tienes la última prueba” a lo que yo pregunté “¿seguro que da tiempo a tener el vestido?” y ella me respondió que “si hace falta dormimos aquí, pero lo tienes”.
La verdad es que me fui con un poco de agobio, pero queriendo confiar en su profesionalidad, porque hasta ese momento nada me había hecho pensar que fueran a decepcionarme.
Llego el jueves y el vestido es una talla más pequeño, pero tiene un montón de cosas sin hacer: no tiene el lazo para atar la cola a la espalda; no tiene la pulsera para que pueda agarrar la cola; en ningún momento me ha cogido medidas ni nada para el bajo (que me hace caminar ese día y al ver que me tropiezo me dice que me lo subirá centimetro y medio)… Hasta me prueba el velo y me dice que la peineta queda fea y que le va a dar un punto para que no se vea la parte sobrante en la zona superior.. incluso hay alguna que otra manchita pequeña que me garantiza que se irá al llevar el vestido a la tintorería y, spoiler: ahí estaba.
Además, ese mismo día me dice que quiere ver cómo ando con el vestido, y no solo se percata de, como he comentado antes, que el bajo hay que subirlo porque me tropiezo al andar, sino de que me han vendido un cancán que no es apropiado para el vestido y se tiene que ir corriendo a buscar otro. Cancán que por supuesto me había aconsejado mi asesora…
Después de anotar todas las cosas pendientes por hacer en el vestido me emplaza a ir el viernes (el día de antes a la boda) para recogerlo. Me acerco a la tienda y se limitan a enseñarme dos minutos el vestido, metido en la bolsa para que confirme que está bien. Lo miro y no parece manchado aunque si está un poco arrugado. Me fijé bastante en esto porque en la última prueba había una chica quejándose de que le habían dado el suyo con la cola manchada de negro y arrugado…
Al recogerlo no te lo pruebas, por tanto es imposible detectar que todas las cosas pendientes estuvieran terminadas.
Llega el día de la boda y LA MAYOR DE LAS DECEPCIONES. No me había cogido el bajo y me tropecé entrando en la iglesia; el escote no me lo había ajustado y se me abría constantemente, dejando poco a la imaginación; el lazo de la cola no estaba hecho, así que no pude hacer el baile con mi padre porque tenía que sujetarla con el brazo y en ningún momento pude bailar tranquila en la fiesta y, por supuesto la peineta del velo tampoco estaba con el arreglo que se suponía que iba a hacer.
Fue la única cosa que amargo la boda. Una gran decepción. No podía parar de llorar.
Para colmo, escribí comentando lo ocurrido, me solicitaron fotos y vídeos y, después de eso, nunca más he obtenido respuesta por su parte.. he solicitado las hojas de reclamaciones y tampoco me han respondido. Es una auténtica vergüenza.
Únicamente les preocupa vender pero no les importa lo que ese día significa para sus clientas.
Sin ninguna duda, NO RECOMENDARÍA NUNCA COMPRAR UN VESTIDO AQUÍ. El día más importante de tu vida se va a ver empañado por la falta de profesionalidad y compromiso de la gente que trabaja en esta tienda.