Dos días antes de que mi chico se fuera a trabajar a otra ciudad, de lunes a viernes, fuimos a nuestro lugar preferido en la sierra a almorzar y pasar la tarde paseando. A mi coche le estaba fallando el maletero y justo el día antes lo arregló, cuando aparcamos en un sitio muy especial para nosotros, me llamó para que viese cómo había quedado. Fuimos paseando a un mirador y nos sentamos y de repente me empezó a hablar del futuro, de lo que me quería y me preguntó: ¿quieres ser mi compañera de vida para siempre? Y me sacó el anillo (aprovechó el momento de enseñarme el arreglo del maletero para coger la caja con el anillo que estaba guardado en el coche y no me había ni dado cuenta ). En ese momento ví que le brillaban los ojos y yo toda emocionada se me llenaron los ojos de lágrimas y no era capaz de hablar, jajaja. El pobre me tuvo que decir, pero ¡no me has contestado! Le dí un besazo y le dije que sí, que por supuesto.
Y así estamos inmersos en la boda y ya a 37 días de nuestro día.