Aurora

Fue mágico, de ensueño. Toda la semana había estado lloviendo y las previsiones del tiempo no estaban para nada a nuestro favor. Llegó el día y mientras él me esperaba en la ceremonia bajo la lluvia, yo estaba en la finca donde me había vestido, dentro del coche viendo las gotas resbalar en el otro lado del cristal. Mi familia buscaba las llaves del coche, que con los nervios se habían perdido. Después de 20 minutos de eterna espera, aparecieron las llaves. De camino a la ceremonia, un coche que venía de frente invadió nuestro carril, pero lo esquivamos de un volantazo. Por un momento pensé que no llegábamos, pero a medida que nos íbamos acercando, la lluvia era de cada vez menos densa. Una vez en la finca dónde nos casábamos, mi padre me esperaba fuera del coche con una cara de orgullo y felicidad que jamás había visto antes. Todos los invitados esperaban en el otro lado de la finca. Y de repente, empezó a sonar la música y me dieron el sús. Milagrosamente, el cielo se abrió en cuestión de segundos y un rayo de luz nos iluminó a mi padre y a mí, que nos dirigíamos hacia el altar. Y allí estaban todos con los ojos relucientes de emoción, todas y cada una de las personas que habíamos invitado y como no, en el fondo, esperándome, mi príncipe azul. Después de esto, todo fluyó, fue un día repleto de momentos emotivos y energía positiva. Ni en mis sueños habría imaginado que la vida me brindaría la oportunidad de vivir un momento tan especial.