El día anterior a la boda, fue muy completo, ya que entre ensayos, tratamientos en la pelu y cena con la familia no tenia ni un minuto de tiempo libre.
El momento más bonito de la víspera de la boda fue cuando Jose y yo estábamos ensayando el rito del matrimonio. La luz de la iglesia estaba apagada así que cuando Jose empezó a leer se le trabó la lengua e intentaba moverse para ver si veía las letras desde otro ángulo, hasta que ya le pedí al cura que por favor diera las luces de la iglesia. JAJA! Que risassssssss! Mi chico se puso nerviosillo.
Volvimos a empezar de nuevo y ahora lo hizo bien, leyendo el papel tal cual. Llega mi momento y me pongo a leer el guión pero me vuelvo a mirarle, porque yo más o menos me lo sabía y lo sentía de la manera en que se lo dije, tranquila, romántica, pausada y sincera. Nos mirabamos a los ojos y el estaba muy emocionado. Cuando acabé el cura interrumpió el ensayo apara decirle a mi chico que mis palabras eran muy claras y directas que llegaban muy adentro que se lo había puesto muy difícil.
Luego en la cena de por la noche en casa de mi madre con las dos familias y algunos amigos más allegados, todo fue bastante bien.
La gente se fue no muy tarde, pero yo me quedé preparando todo lo del día siguiente para no tener que hacerlo por la mañana. Colocamos mi vestido en mi habitación en un maniquí de costurera y alrededor de la cola y del velo puse: pendientes, tiara, pulsera, ropita interior, ligas, broche, zapatos y medias. Quedó todo de foto!
Me dormiría como a las 5 y 20 de la mañana porque estaba pensando en hacer algo a mis damas puesto que había pedido tela de mi vestido en la tienda. Las puse a cada una un trozo de mi vestido en los alfileres que repartí en la boda. Y por último estuve escribiendo una carta a mi novio para dársela al día siguiente antes de la boda.
Hasta que al día siguiente no me viese con el vestido puesto no me creía que era nuestro día!
No había nervios!