Hace un mes y medio, mi pareja y yo nos comprometimos después de doce (12) años de relación. La verdad es que este paso era algo lógico y no lo vemos como una revolución en nuestras vidas, sino como una fase más, un motivo de celebración en tiempos donde la esperanza se torna en zozobra con más facilidad de la que nos gustaría admitir.
En este mes y medio nos han pasado muchas cosas en el plano personal, una de ellas una pérdida muy reciente y muy dura, muy querida, que dejará una herida enorme en nuestros corazones, pero que también fortalecerá nuestra relación, como siempre lo ha hecho. Y también, por supuesto, cosas relacionadas con la preparación de la boda, motivo principal por el que todos estamos en esta comunidad.
¿Qué he aprendido de preparar una boda en un mes y medio?
Lo primero que he aprendido es que perseverar, no ceder ante las empresas y perseguir un equilibrio entre lo que deseas y lo que no te puedes permitir (o, mejor dicho, lo que no estás dispuesto a permitir) es clave. Estamos en un momento en el que la oferta y la demanda, el contexto sociopolítico y otras cuestiones han multiplicado o triplicado los precios. Tienes que ser consciente de esto, pero al mismo tiempo no debes dejarte engañar. Sé fiel a tu presupuesto, busca soluciones, tira de contactos, haz preguntas, calcula, etcétera. Pero no tires la toalla en esa "batalla" económica entre el deseo y la necesidad. Encuentra el punto medio, aunque sea difícil.
Otra cosa que he aprendido en este mes y medio es que contratar servicios para tu boda no es lo mismo que contratar cualquier servicio. O, más bien, no debería serlo. Tanto mi pareja como yo nos hemos dado cuenta que el "factor humano" ha sido clave a la hora de tomar determinadas decisiones, de decantarnos por una u otra opción. Este "factor humano" viene dado por el "contacto humano". Con esto quiero decir: conoced, preguntad, citaos, no os conforméis con una llamada existiendo la opción de videollamada, id a los sitios, descubrid. Estos servicios también forman parte de la boda, como un invitado más. No invitéis a vuestra boda a un desconocido, o a alguien que no te acaba de convencer, por muy bien que esté de precio. Lo barato sale caro y esas cosas.
Y, por último, he aprendido en este mes y medio que estoy perdida e irrevocablemente enamorado de mi novia. Después de doce años he descubierto que se puede amar todavía más a una persona, incluso aunque conozcas de memoria cada fibra de su ser, su cuerpo o su identidad. Hablar con ella, encontrarnos, que nuestras opiniones se crucen, debatir, poner puntos de vista en común, entendernos, llegar a acuerdos, estar a favor o en contra de algo... Es tan bonito, tan humano, tan puro, que debéis cuidarlo.
El agobio forma y formará parte de este proceso, pues es tan inevitable como Thanos. Sin embargo, no dejéis que la bruma de ese agobio difumine la realidad. El viaje hasta la boda es igual de hermoso que la boda, incluso más si conseguís hacer de él algo que merezca la pena vivir y disfrutar.
Esas son mis tres recomendaciones:
· No perder los estribos ni tirar el dinero de manera estúpida. Tú tienes el control de tu boda y tu presupuesto.
· Dar valor e incluso prioridad a lo "humano" por encima de lo "económico".
· Disfrutar del viaje, incluso aunque sea duro.
¡Un abrazo a todos y que tengáis una agradable primavera, que ya ha comenzado!
David