En nuestra pedida no hubo ni anillo ni foto ni video... ni novio arrodillado, porque fui yo la que se lo pidió.
Mi primera idea fue subiendo al Veleta unos meses antes, arrodillarme cuando llegásemos arriba... pero nos cortaron el camino por una ventisca, así que me quedé con las ganas.
El segundo (y definitivo) intento fue el día de San Valentín. Le dejé un mapa del piso con números, en cada número había un trocito de una carta que debía ir buscando y después de cenar me lo llevé a nuestra playa (allí empezamos oficialmente a salir) y le entregué la última parte. Iba en una carpeta de las grandes donde suelo meter mis dibujos, y pensaba que le iba a regalar uno, pero cuando leyó el último trozo y pasó de hoja... ¡sorpresa! Le escribí bien grande "¿Te quieres casar conmigo?"Se quedó bastante helado, lo primero que dijo fue que era muy caro y soltó una carcajada nerviosa y a los dos segundos reaccionó y fue el "Sí" más bonito del mundo (supongo que porque el agua estaba fría y no era plan de nadar cruzando el Mediterraneo🤣). Además, al igual que la noche que empezamos, había luna llena... lo simple para nosotros es lo más bonito y eso lo fue.
No hay foto, ni video, ni nada... simplemente me lancé, ¿por qué tenemos que esperar a que sean ellos los que se arrodillen? Año y medio después volvimos a decir otro Sí delante de nuestros amigos y familiares.
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