Me dieron una invitación para probar en un gimnasio. El primer día que probé, me animaron a probar la clase de spinning y allí estaba él... ¡¡¡Qué paliza me dio!!! ¡Estuve una semana sin poder moverme! Pero no solo eso, fue tan borde durante la clase que pensé: "Menudo g*********". ¡Jajajajajaj! ¡Acabé pagando un año por adelantado en el gimnasio! A veces coincidía en sus clases y otras no... Empezó a gustarme su forma de ser. Un día, por circunstancias de la vida, fuimos a tomar un café y no me dejó intervenir en la conversación en ningún momento. Conclusión: "¡Este, ni para un café!" Fue tan insistente que al final volví a quedar con él dos o tres veces más. ¡En la segunda le hice la cobra! "¡¡¡Este dónde va!!!" ¡Jajajaja! En la última cita, antes de empezar a salir, me llevó a ver un monólogo de Luis Larrodera. Me reí tanto que caí rendida a sus pies... Y desde entonces seguimos juntos... ¡Me conquistó por la risa!