Hola a todos, abro este debate para pediros opinión/consejo y para desahogarme yo antes de que me den los siete males.
Adoro a mi pareja, pero tengo la sensación de que soy la pringada que siempre cede en todo. Toda la vida, como católica que soy, estaba convencida de que no quería vivir con mi pareja antes de casarme, y por supuesto, quería llegar virgen al matrimonio (sí, alguna rara como yo queda, jajaja). Al conocerle, me enseñó otras formas de pensar que no me había planteado, bien por mi entorno, bien por mi natural timidez y ser poco dada a preguntar, bien por X. Así que aquí estoy, que ya llevo año y medio de convivencia y por supuesto, de virgen me queda más bien poco.
Me siento angustiada porque, si bien no me arrepiento de ninguna decisión tomada, veo que lo único que me haría ilusión, que sería la boda, ni llega ni tiene pinta de llegar. Que la boda con el panorama actual le quedan al menos unos años aún, pero ni pedida, ni compromismo, ni na de na. Y yo me sentiría mucho más a gusto conmigo misma si nos casásemos, porque le quiero, porque me quiero comprometer, y porque por mi educación (si bien ha sido ligeramente remodelada a mi conveniencia) es importante para mí. Pero no llega porque 'aún somos jóvenes' (cómo odio esa frase, ni que hubiese que tener edad mínima para poder casarse), porque estoy liado con mi trabajo (cosa que por experiencia, es siempre, así que como tenga que esperar a que no esté liado, peinaré canas), porque no agobies al chico, que no ves que no quiere (oye, y lo que quiero yo, ¿qué?), etc. Que tampoco entiendo que no quiera comprometerse, pero estemos viviendo juntos, y busque para comprar un piso en común. Y que si no es tan importante para él como para mí, que no ceda él esta vez como tantas veces he cedido yo en otros temas.
Os cuento este tochazo para desahogarme, porque llevo un año que si bien soy feliz con él, noto que cada vez estoy más triste y desilusionada. Me he planteado pedírselo yo, pero me da rabia renunciar también a la pedida que siempre quise. Aunque intento no agobiarlo, no puedo evitar hablarlo con él y me da aún más rabia, porque si no quiere, me da rabia, y si da algún tipo de señal de que podría querer, pienso que es por obligación, y así tampoco es como quiero que sea. Haga lo que haga, no es lo que quiero, y me da mucha pena. Y por si esto era poco, encima desde hace un año me ha llegado el deseo/instinto de ser madre y como no quiero serlo sin estar casada, me pongo a echar cuentas de años, y encima voy y me agobio más.
La última vez que hablamos del tema la semana pasada me ha dicho que le deje el tema en paz por lo menos hasta febrero. Y yo, ilusa, creo que ya va a ser, pero algo me dice que me voy a quedar igual. No sé cómo no obsesionarme, y no quiero que esto se cargue la relación tan bonita que tenemos. Si has llegado hasta aquí, gracias por leerme, y si además me das tu opinión, te lo agradeceré aún más.