Hemos aprobado cum laude la primera parte de la boda, ayer nos dimos el sí quiero en la catedral de Burgos con la familia y amigos de mi marido, el 90% de mis invitados estaban o confinados en Madrid o fuera de España, nos pudieron acompañar mis hermanas y una amiga, todos los demás nos acompañaron por zoom en una atípica ceremonia con sus anécdotas, alguien se dejó el micro puesto 😂😂😂 tenemos que ver el vídeo aún pero, promete, en la entrada de repente me vino a la cabeza que se habían quedado en el hotel anillos, arras, arroz, misales... Tuvo que salir mi cuñado corriendo, que majo, al final nadie se enteró.
Al salir de la catedral y según vi a mi amiga allí, sola, todos los amigos comunes estaban confinados, y apoyándome a tope fue un subidón como hace tiempo que no tenía, está tarde hemos visto el final del zoom donde el amigo que lo grabó iba dando paso a todos para que saludasen. Una pasada.
La semana pasada cuando confinaron Madrid improvisamos una comida en el palacio de los Blasones en Burgos, cómo se han portado... Al final quedó una comida-boda más parecida a una boda que a una comida.
Lo tuvimos todo, los centros de mesa los improvisamos con tarros de yogurt y tarros con palos selfies, pusimos una peripage en nuestra mesa que dio mucho juego, la gente se lo pasó en grande.
Después de comer nos fuimos a un bar de un conocido de un amigo de Carlos y allí estuvimos hasta las 23, teniendo en cuenta que en la boda original, nos echaban a casa a las 20 al final hemos cumplido con creces.
Y aquí el recién matrimonio de taberneros, tuvimos hasta baile, los amigos de Carlos pidieron un vals y nos lo bailamos.
En definitiva, cuando el 100%de los asistentes te dicen que les da vergüenza que les invitemos a otra celebración cuando la primera ha sido tan genial o que están impacientes de que llegue la segunda teniendo en cuenta lo genial que ha sido la primera te queda la sensación de haber hecho algo bien.
Se puede y se debe seguir con nuestras vidas, para la segunda la vamos a liar muy parda.