El sábado fue el día de las bodas. Hubo algunas familias que se tuvieron que repartir como Esther Koplowitz, que fue al enlace del hijo de Mayor Oreja y quien, como el padre Ángel, hizo doblete. Por la mañana casó a Gema Ruiz y por la tarde asistió a la finca Valmayor, a la fiesta nupcial de Cristina Comenge Barreiros y Diego Gómez Monche. Una convocatoria a la que asistieron cerca de novecientos invitados, muchos de los cuales llegaron a las nueve de la noche directamente para la celebración porque así lo quisieron los novios. La ermita elegida era muy pequeña y acudieron exclusivamente los familiares más directos, que ya de por sí entre tíos, primos, sobrinos y colaterales resultaban un grupo numeroso.
La novia, vestida con un diseño muy innovador de la firma Cortana, se emocionó en el intercambio de alianzas encargadas a la joyería San Eduardo. De esta casa eran también los espectaculares broches de brillantes que adornaban el vestido de Caprile que lució la madre y madrina del novio, María José Gómez Monche, una de las señoras mas elegantes de la boda junto con Cristina Macaya, la que fuera pareja del empresario Plácido Arango, dueño de la cadena VIPS y uno de los grandes coleccionistas privados de arte. Macaya, que es la puerta que abre el reino social y cultural de Mallorca, eligió un vestido serigrafiado en colores vivos y con motivos étnicos impactantes. Casi tanto como el anillo de brillante que llevaba Mariluz Barreiros, la madre de la novia, y que fue un regalo de Jesús de Polanco.
Hubo quien vio en este detalle un homenaje al dueño de Prisa, que durante diecinueve años compartió vida y hacienda con Barreiros y sus hijos. Mariluz se decantó por un diseño de las Molinero en color crema oro con volantes, muy en su estilo de no llamar la atención más allá de ser anfitriona y madre de la novia. En cambio, Laura Ponte, que siempre suele ser rompedora, no defraudó con una mallas en oro y negro que bien podrían estar firmadas por Moschino. Llegó con Beltrán Cavero, el sobrino de Esperanza Aguirre, al que ya presentó oficialmente como su novio en la fiesta de Yo Dona. El muchacho es muy agradable y acepta la popularidad de su chica con naturalidad, como debe ser.
Otros invitados destacados fueron Elena Ochoa y Norman Foster, que acudieron acompañados de la hija mayor, como si fuese una especie de presentación en sociedad. Lady Foster eligió un vestido largo con cola en tonos azules, mientras que Nuria González prefirió el beige. Otros amigos que acudieron fueron Patricia Olmedilla y Gonzalo de la Cierva, Kike Sarasola y Carlos Marrero, Ignacio González, María Cecilia Sarasola, Miguel Mas y su madre Iñi, vestida con un Valentino y con la joya de la noche, un impresionante anillo de brillantes con un rubí en el centro. El convite, en la finca familiar Una vez finalizó la ceremonia religiosa, el nuevo matrimonio y familiares volvieron a la finca de Valdemorillo, donde esperaban los invitados.
Primero hubo un cóctel servido por Mallorca, igual que la cena, que consistió en salmorejo con bogavante, pularda y un impresionante bufet con los postres. Todo bajo una espectacular carpa con arañas de cristal que, dada su complejidad, los operarios tardaron un mes en montarla. No faltó la música en todas sus variantes, con una pequeña orquesta que animó la fiesta hasta la madrugada. La finca Valmayor, propiedad de Mariluz Barreiros, madre de la novia, fue durante un tiempo sede de la Fundación que ella creó en memoria de su padre y donde sigue instalado el museo. La hija del que fuera el gran precursor de la motorización en España ha sido la cabeza visible de esta institución que comparte con sus dos hijos, Alberto y Cristina, la recién casada.
Este enlace de alta alcurnia tuvo una gran ausencia: la de Jesús de Polanco, el que fuera presidente del Grupo Prisa y pareja durante 19 años de Mariluz Barreiros hasta que se separaron en 2003. A pesar de que Cristina no era su hija, Polanco fue como un padre tanto para ella como para su hermano, hasta que el empresario falleció en julio de 2007.
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