¡Hola a todos!
En estos momentos, estaríamos en la ceremonia de nuestra boda. Yo con mi precioso vestido y mi chico guapísimo con su traje.
Yo, que soy una persona a la que le gusta tener absolutamente todo controlado, no aceptaba que esta situación se me escapaba de las manos, hasta hoy, el que hubiera sido el “día B”. El plan era el siguiente: firmaríamos el día 4, después comida con los más cercanos y a prepararnos para lo que nos esperaría al día siguiente, y tras la celebración, empezaría el viaje de nuestros sueños: pondríamos rumbo a Australia.
¿Cuál ha sido la realidad? Ayer firmamos y fue la boda más bonita y emotiva del mundo: lloramos, reímos, cantamos, bailamos... fuimos felices después de todos estos meses de miedo e incertidumbre.
Como decía al principio del texto, en estos momentos estaríamos en la celebración “grande”, pero como muchos otros, nos hemos visto obligados a aplazarla al año que viene. Pensaba que hoy sería un día muy triste, pero todo lo contrario: me he dado cuenta de que el 5 de septiembre tan solo era un día más en el calendario.
¿Me permitís un consejo? Sed felices, hoy estamos aquí pero mañana no lo sabemos.
Perdonad el rollazo, pero necesitaba soltar lo que llevaba dentro.