Nuestra historia es una de esas situaciones que parecen sacadas de una película de domingo por la tarde. En septiembre del año pasado decidimos casarnos en octubre de 2021. Comenzamos a buscar información sobre todo lo que conlleva la celebración, antes, durante y después.
Con tantas cosas a organizar empezamos a preguntar y contactar con diferentes proveedores según nuestras necesidades y deseos y en todos los casos nos comentaban lo mismo, que deberíamos reservar o contratar pronto los servicios porque a causa de la pandemia muchas parejas habían pasado sus bodas para este año. La presión empezaba a afectarnos y comenzamos a buscar diferentes lugares. Habíamos visto muchos por internet y teníamos algunos que nos habían gustado, incluso pudimos visitar uno antes de que pasara lo que ahora os contaré.
En noviembre mi chico fue de urgencias al hospital porqué llevaba un par de días erráticos, le costaba concentrarse, le costaba reaccionar, estaba como ido. Nunca lo había visto así. Él tenía un problema genético con el hígado y no era raro que tuviéramos que ir al médico de vez en cuando. De hecho durante este último año había tenido muchas pruebas para determinar su capacidad a la hora de recibir un trasplante.
En el hospital lo dejaron en observación un par de días porque había tenido una encefalopatía y estando allí su médico digestivo literalmente le dijo: "No saldrás del hospital si no es con un hígado nuevo". Así que lo ingresaron directamente, aislado en una habitación de hospital, sumándole que por la COVID no podíamos visitarlo y él no podía salir del cuarto.
De esta manera durante mucho tiempo me quedé con el recuerdo del último abrazo del día que fuimos a urgencias. Estaba muy triste por él, porque aunque es cierto que podíamos hablar por teléfono y hacer alguna videollamada, él quedó confinado en una habitación durante tres meses pasando allí la navidad, el año nuevo, su cumpleaños, y otras celebraciones y yo pensaba en cómo se sentiría y me entristecía.
Estando allí coincidimos en que nos gustaba un lugar para celebrar nuestro enlace pero había que actuar rápido y decidimos contactar con ellos y ver si podíamos reservar, pero yo estaba bastante indecisa, me sentía muy insegura para dar este paso, pues era mucha presión reservar un sitio el cual no sé si sería el apropiado. No soy de España y aunque ya llevo mucho tiempo aquí y estoy totalmente integrada, todavía hay costumbres y gustos de aquí que se me escapan.
Hablándolo con él, me guió y decidimos que fuera a visitarlo yo acompañada de mi madre, mi suegra y mi cuñada y lo que me hizo más ilusión es que él pudo estar por videollamada y yo le iba mostrando todo el recorrido y las zonas del lugar, la capilla, el jardín, el salón y de esta manera me sentí más arropada y con mucha ilusión.
Al final reservamos ese lugar porqué nos gustó mucho a todos y quedamos a la espera de que pronto él pudiera salir de allí; a los tres meses nos dieron la noticia de que había un hígado compatible y lo operaron. Ahora ya está en casa y por fin podemos organizar los detalles de la boda pudiendo darnos la mano con amor y complicidad y valorando este pequeño gesto, que al final es lo que realmente importa. Acá una foto recién llegado a casa
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