¡Hola a todas! Acabo de llegar de la luna de miel, y me gustaría contaros brevemente sobre nuestro destino elegido, Colombia. Antes de ir recibimos bastantes miraditas y comentarios sobre si se trataba de un destino inseguro o poco interesante. Bueno, simplemente nos ha encantado. Hemos estado casi un mes de viaje, hemos recorrido diferentes regiones y ciudades, y definitivamente es un lugar que tiene muchísimo que aportar. Nuestra ruta fue Bogotá - Amazonas - Medellín y Guatapé - Bahía Solano - Medellín - Eje cafetero - Santa Marta y parque nacional de Tayrona - Cartagena de Indias - Isla Mucura.
Bogotá me ha gustado más de lo que esperaba, aunque tampoco esperaba nada concreto. Es una ciudad interesante y con muchos contrastes.Arte urbano, mercados con fruta, puedes subir en funicular o teleférico a Montserrate, disfrutar de la gastronomía, visitar museos como el museo del oro o el de Botero, y mucha fiesta.
Amazonas es impresionante. Aunque definitivamente no es un destino para todo el mundo. Nuestro alojamiento no tenía agua caliente, casi no tenía agua, no había electricidad ni cobertura de ningún tipo. Pero disfrutamos como nunca, unas personas maravillosas que nos cuidaron y guiaron. Fuimos a pescar pirañas En la Quebrada del Matamatá (un recoveco del río Amazonas) y por la noche nos las comimos.La comunidad cercana me encantó. Otros huéspedes nos dijeron que no querían ir porque el lugar era pobre, pero lo cierto es que no me pareció pobre, solo me pareció humilde. Tienen colegio de primaria, cancha deportiva, centro comunitario, cultivos, gallinas, barcas para pescar, y pequeños emprendimientos de tipo turístico, y lo más importante, una planta de energía solar. Las mujeres que han decidido formarse como guías han adquirido mucha independencia, en comparación con unos años atrás. Las actividades que reservamos estaban guiadas por personas de la zona (habitualmente un señor con machete o un señor con barca, o puede que ambas). También conocimos a Milciades, que nos enseñó plantas medicinales, venenos, y me curó las picaduras con salvia (ojalá tener más...). Participamos en dos ceremonias ticuna, una de ellas una bendición para nuestro reciente matrimonio, bajo las estrellas. La gastronomía ha sido simplemente deliciosa, imposible nombrar todo lo que hemos probado, aunque me quedo con el bagre, la salsa de hormigas culonas y las mil frutas y jugos, especialmente el copoazú. En sólo 4 días tuvimos suerte con las observaciones: un montón de aves, destacando el gallinazo o buitre negro (muy común, pero me encanta), tucanes, guacamayos, colibrís, garzas, martín pescador y muchas otras especies. También vimos iguanas y diferentes tipos de lagartos y lagartijas, ranitas... Los perezosos nos costó un poco más encontrarlos y tuvimos que ir a buscarlos a isla Mocagua, donde vimos 3, aunque estaban bastante arriba de los árboles. Mono ardilla, monos nocturnos, murciélagos, y, por supuesto, ¡los famosos delfines de río! Mención especial para los invertebrados: arañas venenosas (como la bananera, que ni tiene tela, pero caza saltando 2 metros y puede matar con su veneno), tarántulas, arañas de otros tipos, algunas de ellas viviendo dentro de nuestra habitación (y llega un punto donde todo te da igual ya). Saltamontes tan gigantes y agresivos que además de morder, llegan a cazar pájaros (traumada de por vida). Mariposas de todos los colores, polillas gigantes que bailan y saludan como idiotas, mantis, bichos palo, caracoles enormes, hormigas bala, luciérnagas... También encontramos huellas recientes de felinos, pero no pudimos verlos. Ellos seguramente sí nos vieron a nosotros. Madrigueras de armadillos y erizos, y por supuesto diferentes tipos de peces gracias a la pesca, algunos de los cuales nos comimos y otros los devolvimos al río por ser demasiado pequeños aún. La flora y los hongos son simplemente asombrosos, y lo que más me gustó de nuestro alojamiento es lo bien integrado que está, además de ser muy respetuoso tanto con la selva como con la comunidad cercana.
Bahía Solano y el Pacífico - uno de los lugares más lluviosos de la tierra, en nuestro caso tuvimos una intensa lluvia de 16 horas seguidas, y que además estuvo marcado por el calor, la humedad, supuestos mosquitos que no pican pero te pican hasta en la planta del pie, y también por recetas locales maravillosas, pajaritos, basiliscos que corren por encima del agua, bañarse con olas de más de dos metros, conocer el ecosistema de manglar en canoa, hacer un ranking de bichos extraños que se han metido en nuestra habitación (y creo que gana el cangrejo que apareció colgado por dentro del techo de nuestra mosquitera), geckos, hogueras, selvas densísimas que acaban en el propio mar, estrellas que no reconocemos, hamacas y libros sobre pajaritos.
La salida a buscar las ballenas fue increíble, vimos un grupo de delfines (territoriales) persiguiendo y atacando a una hembra y su cría, y también a otros grupos de ballenas, incluyendo uno de siete miembros. Y las oímos cantar... El ecolodge donde nos hemos quedado es una preciosidad, y está muy comprometido con temas de sostenibilidad medioambiental, de desarrollo social y económico de la zona, tienen un proyecto de conservación de tortugas marinas, un sistema de incubación de microempresas de la zona, entre otros. Esta zona es una de las más pobres de Colombia, y tal y como nos contaba uno de los guías, su economía de prácticamente subsistencia se ha basado tradicionalmente en la tala indiscriminada o en la caza de especies animales; además, la playa se encontraba muy sucia y llena de plásticos... Se intenta cambiar esta realidad, pero entiendo que no es fácil.
Medellín es para volver y disfrutarla con más calma. Hicimos la excursión a la famosa piedra del Peñol y Guatapé, célebre por sus zócalos de colores. Eran las fiestas de la Virgen del Carmen y no sabíamos que se le tenía tanta devoción. Típico paseo por la Comuna 13 y sus grafitis, plaza de Botero con muuuuuchas gordas, Parque de las Luces, quedarse en El Poblado (una zona de moda) mercadillos, y excelente vida nocturna. Vallenato a tope, rumba y lo que se tercie. Se agradece un sistema de transporte público funcional, moderno y vertebrador de la ciudad. ¡Que viva el metro (y el metro cable)!
Eje Cafetero Nos quedamos dos noches en Salento, un pueblito con mucho encanto pero que empieza a acusar masificación turística. El servicio de Jeeps Willys es la pesadilla de cualquier agencia, guía, finca que quiera cumplir horarios etc. . El valle de Cocora es precioso, conocimos el ecosistema del bosque de niebla, pero fuimos engañados (en realidad lo ponía ) para hacer una excursión infernal de más de seis horas por "caminos" imposibles, puentes cayéndose, barro, ríos, más barro, y cuestas, todo ello a una altitud de casi 3000m, así que íbamos medio ahogados a todo (como referencia, Machu Picchu está a 2400 metros aproximadamente). Llegamos hasta Acaime y la casa de los colibríes, pero era "día de guadaña" así que había más bien pocos. Eso sí, la gente era encantadora y nos dieron doble ración de chocolate. Hemos visitado dos fincas de café, así que nos autonombramos autoridades en el tema. Tenemos buen aspecto en las fotos de los cafetales, muy telenovela .Después estuvimos dos días en un hotel llamado Biohabitat, auténtico lujo con habitaciones en medio del bosque QUE TIENEN VENTANAS (ya tenemos el listón bajo), senderos, muchas aves, nos hicimos un ritual de masaje de café con las hojas de los árboles cayendo encima de nosotros ... Además tienen un restaurante estilo fusión con cócteles loquísimos, hoguera, piscina abierta de noche, sesiones de dj en directo y muchos detalles.Como aventura extra reservamos una cabalgata de 4h a través de un WhatsApp que encontré en internet, podrían habernos secuestrado, pero en lugar de eso tuvimos una gran experiencia echando carreritas entre cafetales y cultivos de aguacate.
Santa Marta y Parque Tayrona - Llegamos a esta zona bastante cansados, y aunque es un lugar muy turístico y a veces denominado "lo más bonito del país", creo que a nosotros nos dejó un poco fríos por la sobresaturación de selva que llevamos encima. El parque nacional es muy chulo, pero el sendero principal que lleva a las playas estaba muy masificado con mucha gente llevando música, altavoces, y por lo tanto espantando a los bichos (vimos a los monos capuchinos y poco más). Aunque nos siguen flipando las autopistas de hormigas...Nuestro alojamiento estaba en la desembocadura del río Piedras, donde no pudimos bañarnos por la presencia de caimanes, y mi marido se enamoró de un guacamayo bandera. Allí también vimos ardillas, iguanas y diferentes tipos de aves. Destacar también el bar Tiki y la ruta de cacao.
Desde Santa Marta fuimos por carretera hasta Cartagena de Indias, y allí cogimos una lancha que en dos horas nos llevó hasta Isla Mucura, que al parecer pertenece a un narco (o eso se rumoreaba en Cartagena) y fue relativamente famosa hace unos años cuando capturaron a otro narco ("Fritanga") en mitad de su boda (donde planeaba gastar en la fiesta como 1,4 millones de dólares).Este paraíso caribeño se encuentra en medio de una reserva nacional de corales, y el hotel cuenta con políticas de respeto a la fauna y de inclusividad de la comunidad local y su desarrollo, aunque sus prácticas no eran tan ecológicas como en el Amazonas o el Chocó, y su gastronomía era francamente inferior (y la gente más borde). Aprovechamos nuestra estancia en esta paradisíaca isla para no descansar ni un minuto y embutir todas las actividades posibles, como una caminata ecológica, sesión de spa frente al mar, dos salidas de buceo, excursión a nadar con el plancton bioluminiscente y perseguir a las iguanas.Vimos algunas tortugas cerca de la playa (y nos dejaron coger una, en parte porque estaba pendiente de ser anillada por la bióloga encargada del proyecto), muchas aves como el águila gallinazo, la pigua, la omnipresente y pandillera maría mulata, y el gavilán pollero. También bastantes reptiles diferentes, geckos, lagartijas, y un bicho de colorines que ni idea de lo que era pero era precioso.Las salidas de buceo fueron interesantes sobre todo por conocer a Felipe que nos deleitó con sus historias personales sobre los paramilitares y la guerrilla, y sus opiniones sobre los isleños.El plancton bioluminiscente me pareció una pasada, brilli brilli mágico, era totalmente una sirena!! No hay foto, lamentablemente.
Las ciudades submarinas de corales son como estar en otro planeta. Blow your mind.
Vuelvo de la isla con más de cien picaduras (no tengo claro que todas sean de mosquito), una picadura de medusa, y lo que parece ser un barotrauma en el oído derecho (tras esa salida de buceo salió mucha sangre de mi nariz).
Las islas paradisíacas caribeñas resort lujo definitivamente no son lo nuestro, y agradezco que nos quedáramos sólo dos noches. Fue la primera vez desde que estaba en Colombia que tenía ganas de volver a España.
Nuestra última parada fue Cartagena de Indias. Conocida por su puerto, sus murallas, su castillo, y por la famosa defensa que Blas de Lezo hizo de la ciudad en 1741 contra la armada inglesa.A día de hoy es una ciudad caribeña, con mucha rumba y mucho turismo, precios muy altos (según nuestro sistema caería en "precios de Madrid"); al contrario que en otros lugares que hemos visitado, aquí te agobian todo el tiempo e intentan que les des propinas de las formas más variopintas: hacerte fotos, que les hagas fotos, parar el (caótico) tráfico, darte conversación sobre fútbol, venderte libros de terapia...Nuestro hotel fue un capricho del novio, que quería un parador, y sí que se parecía, la verdad: el estilo, el desayuno, la atención y la decoración era de parador 100%, incluyendo su piscina en la azotea.Es una ciudad preciosa incluso a pesar de la masificación.Un día fuimos a la Boquilla (barrio relativamente marginal y pobre) a conocer a algunas personas locales, estuvimos pescando con ellos, nos enseñaron (no se me da mal!) con redes y con jaulas para cangrejos. Navegamos por el manglar, conocimos la "isla del pescador" donde tienen una piscifactoría de sábalos, pero lo mejor es que se acercaron varios mapaches (una mapachita y crías); como les están dando pescado están medio domesticados, aunque por supuesto viven por el manglar y en general hacen su vida. También se comen la comida del gato. Ese dia cocinamos nuestros cangrejos y pescados y comimos súper bien.
Terminamos el viaje yendonos de compras y arrasando con cosméticos locales. Además, mi recién estrenado marido me dio como sorpresa un upgrade a business en el vuelo de vuelta. Una maravilla para finalizar este viaje tan increíble. Sé que me dejo mil cosas por decir. Por favor, si tenéis alguna duda estaré encantada de responder en las medidas de mis posibilidades y conocimientos. Un abrazo a todas.