La verdad es que nunca he sido de las niñas que soñaban con su boda, por lo que no tenía mucha idea de lo que quería para la nuestra.
El sitio que elegimos nos representaba, está en el campo pero tiene un toque elegante y a la vez acogedor y no cobraban ningún alquiler (menú, barra libre y recena). Pero nos ponían una condición por imagen, que es decorar la barra, los centros de mesa y la zona del seating de la entrada. No contratamos ningún servicio de wedding planner o decoración ya que el propio sitio nos ofrecía coordinar el día sin pagar un euro más.
Entonces, enfocamos nuestro presupuesto de decoración en contratar una floristería, y a pesar de los sustos que me dieron con los presupuestos (aprendí lo que vale una flor digamos), a día de hoy no me arrepiento porque el resultado fue espectacular. La única cosa que le pedí a la florista, Rosa, fue mucho color. Por un lado porque fue en verano y por otro ya que me dejaba un dinero, quería que se vieran flores, no un verde sobre verde. En el momento que llegó mi ramo al hotel, quedé prendida, y solo de pensar que las flores de la decoración sería acordes, tuve la seguridad de que sería preciosa. Así fue, y sigo enamorada de esas flores, ese ramo, y la alegría adicional que aportaron a un día tan especial para nosotros.
Os dejo unas fotos, puede que a alguna futura novia le sirvan de inspiración.
Ramo:
Ceremonia:
Seating:
Comedor:
Nosotros ♥️: