El sábado se casaron Carlos Fitz-James Suárez y Belén Corsini. Él, hijo del Duque de Alba. Ella, hija de un gran empresario inmobiliario. La ceremonia religiosa católica en la que se otorgó el sacramento del matrimonio se celebró en los jardines del Palacio de Liria, en los jardines, no en una iglesia o capilla consagrada, y el oficiante fue Ignacio Sánchez Dalp, un sacerdote católico vinculado a la familia del novio. Me consta que muchas parejas de este foro que quieren celebrar un matrimonio católico también desean hacerlo en el exterior, ya sea en unos jardines o en un paraje natural y, sin embargo, a todas estas parejas, entre las que me incluyo, se nos ha negado esta posibilidad. Ante este trato discriminatorio por parte de la Iglesia Católica a sus fieles, me pregunto ¿acaso no somos todos iguales ante Dios? Entonces, ¿por qué la Iglesia Católica nos otorga un trato distinto por no ser aristócratas o grandes empresarios de la industria inmobiliaria?
El contenido del post se ha ocultado
Para desbloquear el contenido, haz clic aquí