Hola!! Después de un pequeño parón, he vuelto y como veo que todo sigue más o menos donde lo dejé (siete mil posts sobre el covid jajaja) quería comentaros mis impresiones, por si a alguien le pueden servir. Nosotros nos casábamos el 8 de agosto del año pasado y, más o menos en junio, decidimos posponer la boda. Sobre todo, nos daba miedo el virus, la gente mayor, los abuelos, que hubiera un brote en nuestra boda... y, además, no queríamos renunciar a ninguna parte de la boda, no queríamos perdernos las despedidas, el viaje... nos mataba la incertidumbre de no saber qué iba a pasar y, por eso y muy a mi pesar, decidimos posponerla exactamente un año. Nos casamos este verano, el 7 de agosto. Este proceso fue muy duro, como todas sabéis. No hace falta que me explaye en lo que ha supuesto y supone porque todas hemos estado ahí... en fin, tomamos la decisión y yo decidí apartar la boda de mi cabeza. Me desinstalé esta app e intenté dedicarle el menor tiempo posible a pensar en este tema. Lo aparqué absolutamente todo. Casi que me olvidé... Y llegó el verano, las cosas estaban bastante bien, hubo gente que se casó, que tuvo una boda fenomenal, que se fue de despedida, de luna de miel... y a mí... pues me dio y me sigue dando envidia. Porque aquí me veo, un año después, con exactamente la misma incertidumbre que tenía el año pasado. Bueno, miento, ahora tengo menos miedo a un brote porque la gente mayor está vacunada y de aquí a agosto seguirán vacunando a gente, pero la desesperación es la misma que el año pasado. El sentimiento es exactamente el mismo. Y por eso hemos decidido que, salvo un aforo muy limitado en la finca o unas restricciones realmente inasumibles, nos casamos. Nos casamos porque nos queremos, porque, gracias a Dios, seguimos todos aquí un año más, porque me da igual la barra libre, lo que quiero es disfrutar con la gente que quiero, me da igual la mascarilla, me da igual. Nadie nos puede asegurar que 2022 va a ser mejor. Ni 2023. Ni 2024. Por eso, a las que estáis dudando si aplazar o no, si os queda un poquito de esperanza, agarraos a ella. No sabemos cuándo volverá la normalidad. No sabemos siquiera si las cosas volverán a ser como las conocíamos. Tenemos que adaptarnos a lo que nos ha tocado vivir y eso también significa adaptar los grandes acontecimientos de nuestra vida a esta nueva realidad. Yo he decidido no seguir condicionando mi vida a este maldito virus. Ya os contaré qué tal los preparativos, ahora me toca retomar todo lo que había dejado parado... y vuelvo a tener hasta nervios otra vez!
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