43 días después de la boda.

Ya con los pies un poco más en la tierra, y después de un mes puedo decir que mi boda fue un sueño, siempre estás pensándolo así, pero no lo crees hasta que pasa el día. Creedme que tanto preparativo, tanto quebradero de cabeza merece realmente la pena, yo ahora hasta los echo de menos. Fue un día fantástico, había un sol espectacular, yo estaba supertranquila, muy raro para mí, porque me gusta tener todo bajo control, sí que es verdad que me puse nerviosa al llegar en coche y que me dijera Vero, mi fotógrafa, que Borja estaba supernervioso. Me bajé del coche, vi a todo el mundo que nos quiere allí, para nosotros, para compartir con nosotros el día más feliz de nuestra vida, para emocionarnos juntos, comer, beber, bailar. Soy de estar siempre pendiente de todo el mundo, pendiente del móvil, y ese día tenía todo lo que quería allí, seguramente las que ya os casarais me entenderéis, y las que no, cuando lo hagáis, también me vais a entender. Salió todo a pedir de boca y mentalizaros que la gente no sabe lo que tenéis preparado que si algo se os olvida, o no sale como teníais planeado, solo lo vais a saber tú y tu pareja, porque el resto no sabe lo que tenéis entre manos, y disfrutar, disfrutar porque pasa muy rápido y lleva mucho trabajo, pero también os digo que merece mucho, mucho, la pena, sobre todo que un mes después te sigan diciendo lo bien que lo pasaron, lo emotivo que fue todo, lo rica que estaba la comida, el buen ambiente. Merece muchísimo la pena, disfrutad muchísimo de las vuestras, porque es un día que debería de durar 72 horas.