Buenos días,
la verdad me he replanteado varias veces el escribir o no este debate por cómo se pueda tomar, pero creo que muchas estarán viviendo las mismas emociones que yo y sopesando también diferentes caminos. El caso es que nos prometimos en diciembre 2019 y con toda la ilusión pusimos fecha para el 10 de abril de 2021. A inicios de marzo teníamos ya cerrado restaurante, iglesia, foto y video, con sus respectivos pagos, además de mi vestido elegido (pendiente de dar paga y señal) y algunos detallitos. Y entonces llegó el caos a mitad de marzo. Los siguientes meses hasta acabar el confinamiento fueron suaves, pensando que todo mejoraría, continuando con los preparativos. Pero según ha avanzado el verano todo se ha ido volviendo más y más gris.
Quedan poco más de 7 meses para la fecha y estoy bloqueada. Mi chico está positivo, manteniendo la calma por los 2, pero yo estoy desanimada por completo. No me apetece seguir preparando, no tengo ánimos de seguir. A poco más de medio año para la boda no estoy disfrutando para nada. La gota que ha colmado el vaso es que llamamos a nuestro restaurante para un tema de pagos y nos devolvió la llamada el sábado el responsable. Nos sugirió cambiar la hora de la boda, es de tarde, pasarla a la mañana, por el tema de restricciones de horario, "por si en abril proseguía todo". Lo hizo con toda su buena fe (es 1 boda al día, así que no hay trampa ni cartón) pero a mí me cayó como una jarra de agua fría. Y si ya me planteaba la fecha, en ese momento hubiese pedido el cambio directo.
Había intentado mantenerme entera pero ayer en el coche con mi chico no pude más y volviendo de ver a la familia me eché a llorar. Así no es como quiero recordar los preparativos de ese día.