Buenos días comu!
Pues si, como leéis, a 21 días de nuestra boda nos quedamos sin restaurante, donde también ibamos a hacer la ceremonia.
Resulta que fuimos a cenar ayer par ultimar detalles y lo que ultimamos fue el contrato.
Para empezar, el dueño nunca nos ha hecho mucho caso que digamos, y por eso decidimos ir allí a hablar con él.
Lo primero es que nos suelta que no tiene ni mesas ni sillas ni funda para estas, que si nos apañamos con las de publicidad de la cerveza. Imaginaos nuestra cara y nuestro enfado, porque semanas atrás nos dijo que lo tenía todo preparado.
Como no nos sentó especialmente bien, al rato viene hablando por teléfono con el proveedor de las sillas, ya las tiene, era fácil pero no se había puesto. Y después de eso, nos recalca mil veces la inversión que tiene que hacer para conseguir nuestras sillas.
Después, mientras hablamos de nuestra boda, nos sigue recalcando el tema sillas y empieza el tema de las 17 comuniones que tiene contratadas para este verano, ninguna en nuestra fecha. Pero se vuelven protagonistas.
Al final le decimos que no le está dando la importancia que se merece a nuestra boda y vuelve a sacar el tema 17 comuniones. No sé que pintaban en la conversación, la verdad.
Así que, terminé diciéndole que mis glándulas sudoríparas se activaban en mis partes íntimas cuando hablaba de las 17 comuniones. No con esas palabras 😅
Y sin mediar palabra nos devolvió la fianza y se acabó el contrato.
Me arrepiento por hablarle mal, pero nos hemos quedado en la gloria.
Así que ¡A buscar restaurante! Y que tenga profesionales con ganas de trabajar para que sus clientes nunca olviden el día de su boda.
¿A alguien le ha pasado algo parecido?
¿Creéis que me pasé?