Boda sábado 10 de mayo

Nuestra boda fue el mejor día de mi vida. A pesar de que hubo muchísimos contratiempos y uno de ellos muy gordo (el tema del violonchelista del que hablé en otro post), no fue suficiente para apagar la luz que desprendíamos de felicidad absoluta. Como sabéis, era una boda mixta palestina-española y con invitados de más de 20 países. Nuestro principal miedo se convirtió en el alma de la fiesta, la unión de culturas, el respeto, la diversidad, y el amor. La lluvia llevaba días amenazante y empezó el día tronando y cayendo agua a cubos casi casi. Por suerte, paró en el momento de entrar a la iglesia y se mantuvo hasta bien entrado el baile, cuando los invitados ya no iban a dejar de bailar por mucha tromba de agua que cayese... La comida fue espectacular, y el servicio también. No puedo recomendaros con más énfasis el Pla dels Catalans para las bodas de la zona del sur de Tarragona. El baile también fue un gran qué, no conseguíamos ponernos de acuerdo en las canciones y al final (un poco por fuerza mayor) dejamos mano libre al DJ, que supo hacer magia porque todo el mundo estaba encantado y lo dio todo hasta pasada la hora teórica de fin. Los días antes pensaba que nada podría hacer que el infierno que había sido la organización valiera la pena y que no lo iba a disfrutar, pero sí, ese día fui más feliz imposible, a pesar de los nervios y de algunos fallitos.