Sí, cariñas, nosotros también hemos tenido algún conflicto con invitados. Las cancelaciones fueron pocas y justificadísimas, sólo una persona no respondió a la invitación y los que dijeron que no querían venir (pese a ser íntimos amigos) nos lo avisaron desde el primer momento. Pero tenemos el caso de… ¡LA AUTOINVITADA!
Hace meses intentamos quedar con las amistades a las que queremos pero vemos poco. Entre ellas una pareja muy querida y otra persona con la que, la verdad, tuvimos relación hace tiempo (si, fue un rollete mío de hace más de 30 años atrás, tela, pero es que yo soy muy mayor y muy vivido) pero a fecha de hoy ni fu ni fa, pero como es íntima de las anteriores nos puso whatsapp y quedamos en grupo.
No creo que estuviéramos hablando de la boda pero el tema evidentemente salió en alguna ocasión y ella en un momento dado entre vermú y vermú nos soltó a bocajarro: “Bueno, ¿y qué hay que hacer para ir a a esa boda?” Meeeeeec. Encerrona nivel pro. Momento tenso que saldamos con un “ya enviaremos las invitaciones”. Churri mirándome y yo con cara de guatdefac y los demás con un "menudo marrón...."
El caso es que a las dos semanas, nuevo whatsapp reclamando la invitación. O sea, insistente. Lo valoramos. Consideramos también que su marido es un tipo absolutamente encantador, megasociable, divertido y cariñosísimo con nosotros. Pero fijaos hasta qué punto tenemos relación que cuando preguntamos por él nos contesta vagamente y ahora mismo no estamos seguros de si siguen juntos o no. Churri dijo: bueno, mientras paguen el cubierto, que vengan si tantas ganas tienen. Y les mandé por whatsapp a cada uno la invitación.
Pasaron los meses y no hubo respuesta. Imaginamos que no vendrían. Pero justo un día antes de la fecha tope que pusimos de confirmación, nos llegó mensaje de “la autoinvitada”: que venía pero sin marido. Bueno, pues hala, a reconfigurar mesas, porque encima no es muy bien tolerada por algunos de mis amigos.
Al marido le envié el enlace del streaming y me contestó con un lacónico “siento no poder acompañaros”. Misterio.
Y vino, y el problema es que es una de estas personas que está enfadada con el mundo y tiene siempre un carácter y una actitud tan sarcástica que no sabes si es un asunto de autodefensa o pretende ofender de verdad. El caso es que sus compañeros de mesa me la definieron como tu amiga “la simpática”. Afortunadamente cayó al lado de alguien que es como un perro San Bernardo de buenazo, natural e impasible, y simplemente la miraba y no decía nada. Y en otro momento en el que se puso brava a presumir se topó con una auténtica señora que ya le llevaba teniendo ganas durante toda la cena y organizaron un divertido duelo dialéctico de divas al más puro estilo Krystle y Alexis Carrington en Dinastía.
Y ya para colmo de males… ¡después de la cena se puso a intentar ligar con el novio de mi testiga/madrina!
Y nosotros sin enterarnos de nada, menos mal que el chismógrafo está funcionando a toda pastilla.
Hay veces que hay que ser seco y saber decir que no, ¿no creéis?