¡Buenas!
Hoy por fin me he sentado a escribir un miniresumen del día de nuestra boda, el pasado sábado 10 de abril. Dejaré para cuando estén las fotos del fotógrafo (en nada estarán) el contarlo con más detalle.
El día empezó nublado, de hecho chispeaba al entrar a la peluquería, al salir ya no. Comí rodeada de los míos y empecé mi autosesión de maquillaje, único momento en que sentí un pelín de nervios. Los fotógrafos llegaron a casa y empezaron la sesión de fotos, muy dinámica y entretenida. Cada vez hacía más real el momento de la boda según sumaba “una foto por complemento de mi look”. El pequeño percance vino a la salida de casa, llamaron a un taxi para mi tía, madre y hermano ¡no llegó nunca! Así que fueron a pie a la iglesia. Mi padre y yo llegamos por esto algo más tarde, acompañados de mi primo, quien nos dio luego señal de entrar a la iglesia. Las escaleras las subí sin arte alguno, del brazo de mi padre, unos pasitos y ¡allí podía ver a mi chico y estaba tocando el violín para mí! Entré con el Canon de Pachelbel en una versión irrepetible tocada por él. La ceremonia fue muy amena, corta, parecía todo el rato que estaba en una nube. Preciosa la sensación de mirar a mi marido, la iglesia, nuestros seres queridos que pudieron estar.
Tras una pequeña sesión de fotos nos dirigimos al hotel Bruc. Mi marido condujo, ¡sí, estuvimos a solas ese ratillo! Llegamos y de nuevo sesión de fotos, los invitados tenían ya el aperitivo y bebidas en espera (mesas altas, pero separados por núcleos de convivencia). La pena es que no se veía Montserrat por la niebla… El banquete fue muy bonito. Nos esperaban todos sentados y entramos nosotros hacia nuestra mesa, el DJ amenizó todo de forma estupenda. La comida en cantidad y un sabor riquísimo, ¡pudimos comer sí! Como había toque de queda todo cogió un ritmo algo rápido, pero no impidió que disfrutásemos de cada momento. Tuvimos nuestro baile nupcial, ¡el primer baile juntos! Porque sí, después de más de 4 años saliendo nunca habíamos bailado. Os aseguro que es mágico.
Pasamos de una boda de 100 y pico a una de 20, contándonos a nosotros. A la iglesia se acercó algún familiar más, nos hizo mucha ilusión. La celebración grande, si todo va bien, será en abril de 2022. Pero no cambiaríamos ese 10 de abril de 2021 por nada del mundo, fue súper especial, un sueño cumplido.